Soy el segundo de tres hermanos; una hermana, un año mayor y un hermano, trece años menor.
Nací el mismo día en que murió el que es considerado una de las máximas figuras de la
literatura española; Miguel de Cervantes Saavedra. En una ciudad que de poética tiene
lo
mismo que Maradona tenía de basquetbolista, bajo el inicio de una nueva semana, en el canto
matutino de los zorzales que augura el despertar de un nuevo amanecer en San Pedro Sula.
A pesar de haber nacido en la ciudad de los zorzales soy más de la ciudad de las maquilas;
he vivido toda mi vida en ella. Desde que tengo uso de razón hasta terminar el sexto grado;
viví en una colonia poco conocida y tan marginada como muchas de mi patria querida, con
calles de tierra, que se convertían en verdaderas pistas de motocross después de la lluvia.
Motivado desde siempre por un deseo de superación de mis padres, su esfuerzo admirable y la
buena providencia divina, nos mudamos a una colonia no muy lejos geográficamente de la
colonia en dónde dejé mi ombligo, pero si lejos de la mayoría de ataduras que mantienen
cautivas a estas colonias tan marginadas.
Hice mi bachillerato en un colegio público, me decidí por informática; en parte porque era la mejor opción de las pocas que había en el colegio y en parte también porque siempre me ha fascinado e interesado el mundo de la tecnología. Durante la pandemia del COVID-19 logré aplicar a una beca online de programación con duración de un año, dos años después logré aplicar a otra beca de programación con la misma duración que la primera, pero esta vez presencial, y si sumamos el bachillerato en informática, más ambas becas, nos da como resultado; un programador, y sí, lo soy ¿me gusta? sí, ¿me apasiona? no, y es aquí en dónde entra la literatura.
Desde siempre he sentido una atracción por escribir, escribir frases y/o historias que por
mi cabeza revolotean como mariposas, sin embargo nunca había podido tomar esas ideas y materializarlas,
siempre que trataba de atraparlas, se esfumaban —quizá porque no tenía ni las más mínima idea de cómo
atraparlas—, aunque no sin dejar un pequeño rastro de ellas, al menos el suficiente, para un
día, con una mejor noción de como tomarlas con delicadeza; poder materializarlas.
Antes de mi primer viaje en avión; concretamente a Chile y Argentina,
veía el escribir como un pasatiempo y cometía el error de no dedicarle el tiempo debido al dejarme
llevar por el andar inevitable de los días. Viajar me ayudó a comprender que la literatura
significa algo más que solo un pasatiempo para mí, me ayudó a querer luchar por este sueño,
me ayudó a no tener miedo al fracaso y a que a veces es mejor decir ‘Por lo menos lo intente’
que luego cuestionarse ‘¿Y sí lo hubiera intentado?’.
¿Soy un buen escritor? No lo sé y por eso es que me he decidido a compartir lo que escribo.
Sé, que si ahora no lo soy, mañana lo podré ser, porque tengo las ganas de serlo y de querer
mejorar día con día.
—Eder J. Sánchez.
Última actualización 25 de enero del 2025.